Teletransportación en bici (está escrito así nomás, se aceptan correcciones)
Un ex amigo (que por aquel entonces consideraba amigo) me había invitado a cenar, motivo de un favor que le había hecho en la universidad.
Tenía pensado ir caminando en un principio pero como se hizo tarde decidí salir con la bici. (La bici… una Bianchi ocelote todo terreno noventosa que llevaba mucho tiempo sin visitar al bicicletero…. O sea.. se la bancaba… pero un poco de mantenimiento necesitaba.)
Arranqué y a los pocos metros empecé a sentir el pedaleo pesado y a la vez… a escuchar un ruido molesto que venía de abajo ... producto de la aspereza que provocaba el roce de la cadena y los piñoñes y los platos y la descalibración de los cambios y todo eso.
Mientras movía las palanquitas con la esperanza de que se acomodara la cadena bajé la cabeza intentando ver si encontraba el problema para decidir la dirección de los cambios… alguna posición más o menos calibrada conviviendo de buena forma entre piñoñes y platos debía encontrar, esa era la intención.
Abstraído yo, observando esos movimientos mecánicos imperfectos y desengrasados, seguía mi camino hacia la casa de ese amigo de esos tiempos… amigo que como ya dije antes… próximamente dejaría de serlo… ((aunque queda en mi memoria una anécdota de él y yo asistiendo a una peña universitaria en la que no encontramos nada más entretenido que “psicoanalizar” los traseros de las presentes de acuerdo a su postura y expresión… el más observado fue el de una rubia parada a dos metros de nuestra mesa que nos exponía sus caderas justo a la altura. La pose de sus nalgas, una más arriba que la otra, nos hizo pensar que en realidad ese era un culo pensante… intentábamos imitarlo con nuestras caras levantando una ceja más que la otra… y dedujimos que tal vez ese trasero era el que nos estaba psicoanalizando a nostros, un culo Freudiano o Lacaniano o Bucayniano… todos con esa terminación))
Volviendo al tema del problema con la bici… Justo cuando más concentrado estaba yo inmerso y buscando arreglar en movimiento ese inconveniente ruidoso que incomodaba el transporte… y entre alguno que otro insulto al aire pero sólo expresado en pensamiento… justo… el pensamiento.. mi mente… mi mente en blanco después de un estampido. (Si mi cabeza fuera una computadora… creo que ese instante hubiera sido comparable a la situación crítica de la pantalla azul con las letras blancas que dicen mensajes como
“A fatal exception 0E was ocurred at 0028bla bla bla”
Luego de ese instante de “pantalla azul” reaparecí teletransportado sentado en el medio de la calle (no pasaban autos por suerte) Así quedé yo con el pantalón roto a la altura de la rodilla derecha y la rodilla derecha sangrando… Y la bici un poco más atrás… en posición horizontal descansando al lado de un fiat 147.
Me levanté rápido, miré para todos lados… no vi a nadie… y temiendo que saliera el dueño del automóvil me monté a la bici y salí lo más rápido que pude. Ahora, al ruido y la dificultad de pedaleo se le sumaba el dolor.. igual llegué a destino… a cenar un “arrocito con queso” porque mi futuro ex amigo había olvidado que me debía la cena… o no había tenido tiempo de hacer algo mejor… no lo sé, ni lo sabré.. ni me interesa saberlo, punto.
Durante varios días, cada vez que pasaba por la calle Catamarca y veía ese auto estacionado pensaba que saldría el dueño a reclamarme el arreglo de algún abollón o foquito roto o lo que sea (una vez me detuve a la siesta a ver si había alguna huella de mi anterior impacto… tenía varias marcas… y creo que un par eran mías o de mi bici)
....
Más próximo a esta época me encontraba con Pinguli , un amigo de siempre, y apareció Lucía a buscarnos en un fiat 147… (bastante baqueteado como la bici).. y sí.. entre charla y charla nos dimos cuenta de que éramos vecinos y que ese auto en el que nos movíamos era el que yo había impactado antes y que nunca se dieron cuenta de lo que ocurrió aquella noche.
Me sentí más tranquilo, fueron muchos años de incertidumbre que habían pasado, y escuchar a Lucía decir que si ese auto tenía un abollón más no le hacía nada y que no me preocupara... me hizo sentir bien.

Tenía pensado ir caminando en un principio pero como se hizo tarde decidí salir con la bici. (La bici… una Bianchi ocelote todo terreno noventosa que llevaba mucho tiempo sin visitar al bicicletero…. O sea.. se la bancaba… pero un poco de mantenimiento necesitaba.)
Arranqué y a los pocos metros empecé a sentir el pedaleo pesado y a la vez… a escuchar un ruido molesto que venía de abajo ... producto de la aspereza que provocaba el roce de la cadena y los piñoñes y los platos y la descalibración de los cambios y todo eso.
Mientras movía las palanquitas con la esperanza de que se acomodara la cadena bajé la cabeza intentando ver si encontraba el problema para decidir la dirección de los cambios… alguna posición más o menos calibrada conviviendo de buena forma entre piñoñes y platos debía encontrar, esa era la intención.
Abstraído yo, observando esos movimientos mecánicos imperfectos y desengrasados, seguía mi camino hacia la casa de ese amigo de esos tiempos… amigo que como ya dije antes… próximamente dejaría de serlo… ((aunque queda en mi memoria una anécdota de él y yo asistiendo a una peña universitaria en la que no encontramos nada más entretenido que “psicoanalizar” los traseros de las presentes de acuerdo a su postura y expresión… el más observado fue el de una rubia parada a dos metros de nuestra mesa que nos exponía sus caderas justo a la altura. La pose de sus nalgas, una más arriba que la otra, nos hizo pensar que en realidad ese era un culo pensante… intentábamos imitarlo con nuestras caras levantando una ceja más que la otra… y dedujimos que tal vez ese trasero era el que nos estaba psicoanalizando a nostros, un culo Freudiano o Lacaniano o Bucayniano… todos con esa terminación))
Volviendo al tema del problema con la bici… Justo cuando más concentrado estaba yo inmerso y buscando arreglar en movimiento ese inconveniente ruidoso que incomodaba el transporte… y entre alguno que otro insulto al aire pero sólo expresado en pensamiento… justo… el pensamiento.. mi mente… mi mente en blanco después de un estampido. (Si mi cabeza fuera una computadora… creo que ese instante hubiera sido comparable a la situación crítica de la pantalla azul con las letras blancas que dicen mensajes como
“A fatal exception 0E was ocurred at 0028bla bla bla”
Luego de ese instante de “pantalla azul” reaparecí teletransportado sentado en el medio de la calle (no pasaban autos por suerte) Así quedé yo con el pantalón roto a la altura de la rodilla derecha y la rodilla derecha sangrando… Y la bici un poco más atrás… en posición horizontal descansando al lado de un fiat 147.
Me levanté rápido, miré para todos lados… no vi a nadie… y temiendo que saliera el dueño del automóvil me monté a la bici y salí lo más rápido que pude. Ahora, al ruido y la dificultad de pedaleo se le sumaba el dolor.. igual llegué a destino… a cenar un “arrocito con queso” porque mi futuro ex amigo había olvidado que me debía la cena… o no había tenido tiempo de hacer algo mejor… no lo sé, ni lo sabré.. ni me interesa saberlo, punto.
Durante varios días, cada vez que pasaba por la calle Catamarca y veía ese auto estacionado pensaba que saldría el dueño a reclamarme el arreglo de algún abollón o foquito roto o lo que sea (una vez me detuve a la siesta a ver si había alguna huella de mi anterior impacto… tenía varias marcas… y creo que un par eran mías o de mi bici)
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Más próximo a esta época me encontraba con Pinguli , un amigo de siempre, y apareció Lucía a buscarnos en un fiat 147… (bastante baqueteado como la bici).. y sí.. entre charla y charla nos dimos cuenta de que éramos vecinos y que ese auto en el que nos movíamos era el que yo había impactado antes y que nunca se dieron cuenta de lo que ocurrió aquella noche.
Me sentí más tranquilo, fueron muchos años de incertidumbre que habían pasado, y escuchar a Lucía decir que si ese auto tenía un abollón más no le hacía nada y que no me preocupara... me hizo sentir bien.

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