Seguramente en 1983, en Adelia María, Córdoba , más específicamente en la casa natal de mi madre, donde todavía vivían ahí los “nonos”(Nono Pío y Nona Teresa).
Era una casa grande, pero calculo que en mi memoria figura como una casa inmensamente gigante debido a cómo veía yo las cosas a los cinco años de edad y midiendo un escaso metro de altura.(Qué reflexión sobre el espacio subjetivo tan observadora y lógica la que acabo de hacer)
Resulta que la casa tenía varias habitaciones porque mi abuela siempre tuvo pensionistas con los que bancó los estudios de mi tía Delia , mi tío Oscar y mi mamá, eso es lo que sé. También un patio con huerta donde mis primos y yo solíamos hacer desastres de desforestación usando palitas, picos y baldes de plástico. Y también un gallinero. Me encantaban las gallinas… muchos años después mi nona contaría que una vez le pegué mucho a ella porque había visto como le quebraba el cuello a una colorada, una de mis gallinas preferidas… la ví pataleando y aleteando de un lado para el otro por todo el gallinero con el cuello torcido… se ve que me dio mucha impresión y bronca esa escena terrible; con mi abuela ahí al medio , bastón en mano; observando fríamente y esperando a que la gallina se quede quieta para agarrarla y desplumarla. Viendo eso entonces la esperé a la salida del gallinero y la recibí a puntapiés y golpes de puño. Para colmo mi mamá (psicóloga), al escuchar luego las quejas victimizándose, por parte de mi maltratada nona, en lugar de retarme le dio un sermón advirtiéndole que no hiciera nunca más eso de matar las gallinas delante de un niño tan chico porque podía ser traumático en el desarrollo normal de la infancia y etc etc etc… (pobre nona, primer caso de violencia de género en la familia tal vez, y no tuvo defensa). Igual yo no recuerdo haberla golpeado, no figura en mi prodigiosa memoria para recordar cosas insignificantes de cualquier época desde los 3 años de edad en adelante... osea… a mí no me consta.
Voy al grano.. mi primer concierto. En esa casa inmensa había un piano viejo , bastante destruido y que tal vez su última afinación la habían hecho un par de décadas atrás cuando mi mamá y mis tíos tomaban clases de piano.
Un día.. tengo la imagen de que mi abuela estaba amasando y preparando las cosas para hacer ravioles o tallarines o canelones (una genia dela cocina, no de estilo muy higiénico *, pero sí muy rico todo lo que hacía).
Bueno, Mientras la nona hacía ese trabajo a mí se me ocurrió levantar la tapa del piano y empezar a tocar teclas por cualquier lado… pero muy concentradamente y convencido de que lo que estaba haciendo era música excelente (todavía no conocía la existencia de la palabra “grossa” pero seguramente, de saberla, lo hubiera pensado así. Para mí era música muy grossa lo que estaba haciendo)
Y así estuve un rato largo, tocando nota por nota.. una vez con la mano izquierda, otra vez con la derecha.. por ahí las dos manos.. por ahí palmas presionando varias teclas a la vez… tocando las que sonaban más agudas… las más graves, las blancas, las negras, las que estaban rotas y se les veía la madera…también con los pies apretando los dos pedales hasta que me di cuenta de que uno dejaba todas las notas sonando.... ¡para qué!, descubriendo eso sorpendido dejé el pedal presionado a fondo y le metí bardo nomás.. fue como el final a puro fuego artificial de “mi obra” (todo esto de pié , lógicamente... sentado no creo haber llegado a los pedales)
Terminado ese concierto único, dejé el piano un instante y me acerqué a la cocina. Recuerdo haberle comentado a mi abuela algo así:
-“¿Viste nona qué lindo que toqué?”
La abuela amasando, con la pastalinda al lado, respondío sin hacer pausa pero con buena actitud.
-“Sí nene, seguí tocando que está muy lindo”
Como agradecimiento a su atención le regalé un bis.
pd: No recuerdo si había alguien más.. por lo que calculo que mi primer concierto fue exclusivamente para que lo escuche yo (en primer lugar) y mi nona desde la cocina… y tengo el presentimiento de que a ella le gustó mucho.. no sé si tanto por la música pero sí porque a mi me mantuvo entretenido un rato ,imposibilitando así, la idea de ir a “ayudarle” a amasar de manera tan desprovechosa o de ir a hacer desastres a la huerta... o en síntesis, de realizar alguna que otra acción típica de nieto inquieto que pudiera alterar la armoniosa vida a una señora setentona , residente en una casa de pueblo tranquilo del interior de la provincia de Córdoba. ((Igual a toda esta reflexión la hago ahora, es una sospecha, sigo creyendo que mi concierto fue un éxito por la pureza de su arte en sí y no por esas otras circunstancias, punto))
* Yo nunca vi lo que después me contó mi hermano años más tarde explicando por qué el no comía las exquisitas pastas de Doña Teresa. Resulta que él había visto al detalle todo el proceso de amasado…incluyendo sincronización de amasar y a la vez amasar pancito urgando en la nariz… luego ir al gallinero y tocar las gallinas para ver si habían puesto huevos… volver.. seguir amasando, tirarse pedos, resoplar con aliento de nona (potente) y seguir amasando…
Para mí los tallarines y ravioles eran excelentes.. y mi hermano una hilacha anoréxica que se le contaban las costillas si estaba en cuero y que no sé por qué razón no comía esa comida genial, mucho más genial que las milanesas o bife a la plancha o salchichas con puré que mi madre repetía como menú del día una y otra vez, apurada para dormir siesta y después salir al trabajo otra vez.

Foto ilustrativa, un par de años posterior a mi tremendo concierto. (la gallina no es la del texto)
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