miércoles, 2 de octubre de 2013

Momentos en Villa María (fines de 1997)

Volvía a mi departamento , después  de  un partido de fútbol 5 y de tomar una coca en casa de amigos con los que había jugado.

Iba con pinta de futbolero, es verdad:   rapado, medias de fútbol  tres cuartos  caídas un poco más arriba de los talones… y mi infaltable camiseta de Nigeria campeón olímpico 1996 (Esa es otra historia, la de la camiseta… otro día la escribo)

Así con esa facha, e impregnado de  transpiración seca pegoteándose entre la piel y la ropa(calzoncillo incluído), caminaba cargando mi cuerpo casi arrastrando los pies. 

Era cerca de media noche, y ya  pasando lo que era “La Caleta”….  sabía que luego de la Terminal… me quedarían unas pocas cuadras para llegar al departamento. En el trayecto iba planeando si al llegar me daría una ducha o no... para luego acostarme a dormir.

Debatiendo ese pensamiento interno básico…  siento un chiflido del otro lado del bulevar.  

Giro un cuarto hacia la derecha y me quedo ahí mirando.

Al frente… un vagabundo. De apariencia probablemente más vieja de lo que era: barba grisácea y sucia, gorro caído, sobretodo (en diciembre! los vagabundos son atérmicos) con un par de bolsas colgando por sobre uno de sus hombros… y no recuerdo bien si lo acompañaban perros pero digamos que sí (Queda bien un vagabundo acompañado por perros relatando una descripción, sea cierto o no)

El tipo , al darse cuenta  de que lo escuché y le presté atención,  hizo un gesto como de tomar carrera y tirar un pase largo de balón imaginario.  

Yo, viendo esa acción, seguí con la vista el  balón invisible y lo paré de pecho para “matarlo” luego con mi pié derecho, pisándolo a lo Riquelme y  demostrando  mi buen dominio del esférico (imaginario).

Con balón al piso y sin tomar carrera, le devolví un pase impecable, precisión de billar. 

El vagabundo la recibió durmiéndola con el pie derecho, hizo un par de jueguitos (bastante ágil a pesar de su edad, las bolsas y el sobretodo) y me la pasó de nuevo… 

A mi turno , el mismo gesto técnico. (no se me ocurrió otro) la amortigüé de pecho, luego hombro derecho, cabeza y  para definir… le pegué de volea hacia arriba  a cualquier lado, señalando con el brazo la dirección de la pelota virutal que se iba bien lejos. 

El hombre miró la trayectoria y luego volvió la vista hacia mí como para ver qué seguía.

...

Lo saludé, él me saludó...  y seguí  caminando. 

(si el mendigo hubiera corrido a buscar la pelota a lo mejor seguía un rato más, pero se lo veía medio vago y con pocas ganas de correr, y  yo estaba cansado también)

Espero no haberle perdido el fútbol, no sé si tendría recursos económicos como para conseguir otro así nuevo.

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